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El Monstruo de Atizapán

 

El Monstruo de Atizapán

 

Andrés Filomeno Mendoza Celis, nació en Oaxaca; 29 de noviembre de 1947, apodado como El Feminicida de Atizapán o El Mounstro de Atizapán, es un asesino en serie mexicano. Fue capturado en el municipio de Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México. Desde el mes de junio del año 2021, se encuentra bajo investigación al ser el probable responsable de al menos 19 feminicidios ya que se han hallado miles de huesos, los cuales podrían pertenecer a 19 víctimas, sin embargo, aún mantienen las investigaciones en el domicilio, por lo que no se ha podido confirmar un número preciso. Aunque de acuerdo a las investigaciones que aún continúan se cree que su número real de víctimas podría llegar a ser de 30 o más. Si se llega a comprobar esto, sería uno de los asesinos en serie con mayor número de víctimas en la historia de México.


En el año 2015 trabajó como presidente del consejo de participación ciudadana de su colonia durante la administración de la política y, en ese entonces presidenta municipal, Ana María Balderas Trejo. La información sobre esta afiliación no puede ser consultada dentro del portal IPOMEX (Información Pública de Oficio de los Sujetos Obligados del Estado de México y Municipios), pero puede corroborarse en un archivo PDF de la página. También se desempeñó como carnicero por varios años trabajando en un rastro de preparación de carne para consumo humano en Tlalnepantla, siendo esta una de las razones por las cuales sabía diseccionar y cortar los cuerpos de sus víctimas.

El sábado 15 de mayo de 2021, Andrés Mendoza fue arrestado en Atizapán de Zaragoza, Estado de México, cuando se le encontrara con el cadáver descuartizado sobre una mesa de una mujer de 34 años de edad primeramente identificada como Reyna «N» pero cuyo nombre real era Reyna González Amador y había sido reportada como desaparecida el día 14 del mismo mes. Se presumía que Reyna era su pareja sentimental, pero esto no fue verdad, pues estaba casada y fue su esposo, Bruno Ángel Portillo, quien encontrara su cuerpo al entrar a la fuerza a la casa del hombre ubicada en la colonia Lomas de San Miguel.


Dentro de la casa de Andrés Mendoza se encontraron credenciales del INE, ropa, zapatos, maquillaje, y bolsas de varias mujeres, así como grabaciones en casetes cometiendo los asesinatos, y una libreta con una lista de varios nombres de mujeres, siendo estas sus posibles víctimas. También conservaba cabello y rostros desollados. Enterraba, o dicho por él, se comía a las mujeres que asesinaba habiendo hecho estos crímenes por años.


Después de ser detenido fue ingresado al penal de Tlalnepantla. De acuerdo a algunas declaraciones de sus vecinos, el hombre no soportaba el desprecio y desinterés que recibía por parte de mujeres jóvenes, mientras que otros lo describieron como “tranquilo, y que no molestaba a las mujeres”. Se le vinculó a proceso en el penal de Barrientos.

En palabras de Mendoza, expresó lo siguiente durante su primera audiencia:

“No niego, me culpo yo también. Yo lo único que quiero es decir la verdad. Lo hecho pues ya está. Ni modo. Ahí está el esposo: él vio. Uno no sabe las consecuencias que pudo suceder”.

De acuerdo a la declaración ministerial, el hombre confesó que a excepción de Reyna, conoció a todas sus víctimas en bares ubicados en Tlalnepantla, quienes trabajaban en ellos y el los frecuentaba. Ahí convivía con ellas para después invitarlas a su casa con la intención de que tuvieran sexo. En casi todos los casos consumían bebidas alcohólicas, y luego las asesinaba acuchillándolas.


Pertenencias de las víctimas del Feminicida de Atizapán.

Algunas de las víctimas identificadas

Reyna González Amador: mujer de 34 años de edad casada y madre de dos hijas, desaparecida el viernes 14 de mayo de 2021. Trabajaba en un local donde vendía celulares y se había quedado de ver con su esposo para trasladarse al centro de la Ciudad de México y comprar mercancía, pero antes pasaría a casa de Andrés Mendoza. El hombre obtuvo la confianza de la mujer cuando poco a poco le llevaba celulares para que los reparara, así como ofreciéndose para ayudarle a hacer ciertos trabajos. Su esposo era policía y fue él quien encontrara el cuerpo descuartizado de su esposa al entrar a la fuerza al domicilio de Mendoza.

Flor Nínive Vizcaíno Mejía: mujer de 38 años de edad y madre soltera de dos hijas que dejó en orfandad. Originaria del Estado de México, trabajaba como hostess (profesión del sector de la hostelería y la gastronomía que se encarga de dar la bienvenida al cliente) en Tlalnepantla, desapareció el 16 de octubre de 2016 y fue vista por última vez en esa ciudad.

Rubicela Gallegos Castillo: mujer de 32 años de edad y madre soltera de un niño. Originaria de Monterrey, Nuevo León, se mudó al Estado de México en busca de una mejor vida para su hijo, trabajaba como repartidora de Uber Eats en Tlalnepantla. Desapareció el 20 de julio de 2019 y fue vista por última vez en un restaurante.

Norma Jiménez Carreón: desapareció el 6 de agosto de 2011 en Tlalnepantla.

Berenice Sánchez Olvera: mujer con alrededor de 20 años de edad que trabajaba en un bar llamado “El Marinero”.

Alyn y Gardenia: a estas dos mujeres que conoció en un bar llamado “El Barrigón” que cortejó pero ambas lo rechazaron para tener una relación amorosa con él, no existe una ficha para identificar a ninguna de las dos.


A continuación plantearé el perfil psicológico y por favor consideren que no soy psicólogo, ni mucho menos psiquiatra, pero si un estudioso de la conducta humana y he realizado un estudio cuidadoso para este artículo.

·         Era un hombre de 72 años que habría cometido alrededor de 30 feminicidios, mismo donde detalla que “a muchas personas les brinda placer, ya sea sexual o placer físico” el cometer estos hechos en contra de las mujeres.

·         La fiscalía del Estado de México no se ha pronunciado respecto a si Andrés Mendoza cometió canibalismo, sin embargo él dentro de sus declaraciones menciona que se comió algunas partes de sus víctimas.

“De aproximadamente dos mil personas, consideradas asesinos en serie, solo entre el 5 y 10% comenten actos de canibalismo”.

“El caníbal es una persona muy insegura, muy penosa, que tiene problemas de autoestima. Cree que necesita comerse a la víctima para sentir que le ayudó a aliviar el dolor a esa persona, o es como decir, te tengo completamente dominad@”.

·         En tanto, sobre quedarse diversos objetos de las mujeres que privó de la vida, indicó que se trata de una especie de “trofeos” e indicó que “me lo voy a quedar porque lo logré, lo pude hacer, cada vez que lo vea me va a recordar lo que pude hacer”.

·         Las personas psicópatas tienen una pérdida con su realidad, eso “no significa que todo el tiempo tenga pérdida de la realidad, son lapsos de tiempo”.

La información obtenida se trata de un feminicidio real y con base a esta información se realizó el presente análisis.

Los datos recopilados para establecer los perfiles psicosociales del autor y de su víctima (personalidad, inteligencia, actitudes, modo de vida, etc.), con la intención de explicar por qué se cometió el hecho en el momento en que tuvo lugar y del modo concreto cómo se hizo identificando factores de riesgo que pudieron precipitar el crimen y aquellos factores de protección que no cumplieron con la finalidad de prevenirlo y evitarlo.

Del estudio del material recopilado del Mounstro de Atizapán o Feminicida de Atizapán se desprende que las características psicosociales del feminicida y se logra establecer lo siguiente:

Los entrevistados lo describen como una persona que “se deja llevar”, que cambia de opinión con facilidad, pero tranquilo, amable, respetuoso, y en la agresividad se presenta en varias de las esferas.

·         A nivel general se constata, que pasaba muchas horas dedicadas a su vida laboral.

·         La situación laboral en el momento del homicidio era comprometida al fracasar el negocio que atendía, según este motivado por culpa de las víctimas, de diversa índole y no progresar como esperaba.

·         Respecto al ocio, las actividades que comenzaba, las iniciaba con ilusión, ganas pero se cansaba y se aburría pronto, abandonándolos (posible falta de compromiso real y asunción de responsabilidades y consecuencias no deseadas).

·         En cuanto a temas de salud, tras la noticia que recibe de suenfermedad cardíaca debido a su edad, podemos inferir que esto le crea una ansiedad elevada y actúa como estresor, sumado a la muerte de varios familiares, especialmente con la de su hermano con quien tenía un vínculo más cercano, con sus vecinos y conocidos se comporta adecuadamente, trato amable, no buscaba confrontación y buscaba complacerles, ante los conflictos y problemas que le sobrevienen.

·         Parece presentar una disonancia entre sus características controladoras y su aparente actitud complaciente, tranquila e incluso evitativa.

·         En cuanto a si tenía una doble vida, no detectamos elementos que apunten a que llevara una doble vida, pero dentro de su tendencia complaciente.

·         Parece que llevaba un nivel de vida económico bajo y ocasionalmente no era sostenible con la situación laboral en el momento de los hechos.

Se concluye que el autor de los hechos presenta un perfil con clara tendencia a la extroversión, estabilidad emocional, un bajo psicoticismo y una inteligencia, bajo apreciación clínica, baja-normal.

Del estudio del material recopilado, se desprende que las características psicosociales de las víctimas se pueden resumir como sigue: Los que las conocen las describen como mujeres con una empatía muy sensibles, emprendedoras y con afán de superación. Se preocupaba más por su familia y amigos que por ellas. Con sus familiares y amigos cercanos, eran persona abiertas y que en todo momento se preocupaban de que todos estuvieran bien.

No hay denuncias previas al hecho de ningún tipo, ni señal exterior alguna que hiciera ver que la víctima podía estar en peligro. Son las mismas personas entrevistadas de ambos círculos los que refieren sorpresa por el desenlace final, al no percatarse de ningún suceso vivido con otras mujeres que se encontraron en su domicilio o en alguna otra parte.

Los homicidios de las víctimas eran imprevisibles. No se podía tener conocimiento alguno de que las relaciones iban a desencadenar los hechos de la manera en que ocurrieron.

No podemos hacer una recomendación de medidas policiales porque, como he plasmado en este perfil, en ningún momento existen denuncias previas, ni escalada de progresión de violencia de cualquier tipo con alguna de las víctimas, ni comportamientos que los familiares y amigos les hicieran pensar de forma verídica que las víctimas estaban en peligro.


Ni si quiera la víctima advirtió a su entorno más próximo que se sintiera en “peligro”, parece que presentaba una sensación subjetivade seguridad sentimental. Puede ocurrir que por cualquier causa la víctima no sienta esa sensación de inseguridad o peligro, que sí parecían percibir aunque sea de un modo leve alguna persona de su entorno o cuando ésta no crea en los consejos de sus familiares por pensar que no se acercan a la realidad o que sean por una opinión viciada hacia el victimario.


Por este motivo la única conclusión, es que animen a la posible víctima a hacer todas aquellas acciones encaminadas a conseguir acceso e información de diferentes instituciones como las policiales, asociaciones de víctimas, número de atención a víctimas de violencia de género, los cuales están formados por personal especializado y objetivo al problema en cuestión den la información a su alcance para resolver las posibles dudas que pudiese tener acerca de su situación persona.

El asesino serial de Atizapán se declaró culpable ante el juez. Andrés Mendoza, de 75 años, permanecerá en prisión.


Tras descubrir la policía que su casa, ubicada en la calle Margaritas de Atizapán en localidad mexiquense, era un cementerio donde ha enterrado a mujeres durante más dos décadas. Reyna González fue la última víctima por la que la fiscalía mexiquense acusa a este hombre. El marido de Reyna acudió a casa de Andrés Mendoza en dos ocasiones cuando vio que ella no aparecía y que las niñas estaban solas en casa. En la segunda ocasión pudo entrar y descubrió los restos de su esposa, descuartizada, según algunas versiones de la policía. Pero resulta que había más, un sótano y otras estancias donde los especialistas de servicios periciales continúan recabando pruebas, tomando muestras de ADN y haciendo comparativo con las muestras obtenidas de los restos óseos encontrados.


“Yo lo único que quiero es decir la verdad, lo he hecho, ya ni modo”, han sido las palabras del asesino serial ante el juez, en una audiencia que duro por más de cuatro horas. “Ahí está su esposo el esposo de Reyna para corroborarlo”, ha añadido. En efecto, el esposo asistió a audiencia ante el juez negando con su presencia las primeras informaciones de los vecinos en las que aseguraban que la víctima, de 34 años, era madre soltera. Andrés Mendoza la visitaba constantemente en la tienda de celulares que ella regentaba en Atizapán, pero a decir del marido, no era más que un amigo de la familia, al que tenía adoptado por lástima.


El hombre, al que se ve en los vídeos detenido, amarrado de pies a manos y con andares dificultosos, es, sin embargo, un asesino en serie que venía matando mujeres desde 1991, con el mismo modus operandi, una puñalada en el corazón y el desmembramiento posterior. Algunos medios han informado de que asesinó a 30 mujeres, muchos de cuyos nombres figuran en una libreta. En su casa se han encontrado y recabado numerosos objetos personales de las víctimas, así como credenciales que las identificaba.

El Ministerio Público solicita a la población denunciar cuantos casos de desaparición consideren que puedan estar relacionados con este asesino serial, ahora encarcelado.

“No niego, me culpo”, dijo ante el juez Andrés Mendoza, “El Chino”, a pesar de que sus abogados le han recomendado en diversas ocasiones un perfil más reservado. Pero el asesino serial parece tener claro cuál va a ser su futuro.

Las pruebas son contundentes e inequívocas, al encontrar en su domicilio centenares de huesos y credenciales de mujeres aparecidas en las excavaciones que se efectúan en la casa no dejan lugar a dudas que es el responsable. Desde su llegada de servicios periciales y los investigadores dieron por factible que el caso remitía a un asesino en serie. Y cada día salían a la luz los nombres de más mujeres, una vez que los familiares fueron identificando los objetos hallados.


Una máquina retroexcavadora ha apoyado las tareas de exhumación en la vivienda de Andrés Mendoza. Y la casa es un tiradero de cachivaches viejos tanto dentro como en una pequeña azotea. Una especie de síndrome del cinismo, al encontrar tantos elementos de prueba y los comentarios del asesino afirmando sus asesinatos feminicidas. Policía y familiares tratarán de relacionar muchos de esos objetos y restos óseos con las víctimas.

Andrés Mendoza ya no podrá saludar a sus vecinos cordialmente, como tenía por costumbre. Fue representante vecinal y últimas fechas de su captura hacía campaña por un partido político, por lo que mantenía relaciones con el vecindario. Los negocios que compartían calle con la tienda de celulares de la última víctima, Reyna, dan cuenta de la amistad que los unía. Siempre estaba de visita en la tienda, siempre, a diario. Algunos han querido entender que tenían una relación sentimental o que la mató por negarse a ello. El marido lo ha negado. El matrimonio tenía dos hijas.


Andrés Mendoza, al que nunca se le conoció una pareja, pero sí varios inquilinos en locales aledaños, convirtió la casa de la calle de las Margaritas en un santuario del crimen durante años. Hasta el día de hoy, decenas de familiares que tratarán de cerrar el círculo de búsqueda de tantas mujeres desaparecidas.

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