El asesino como autor: Escritura, arte y firma en la escena del crimen
Autor: Por Francisco Javier Rivero Sánchez, experto en Investigación Criminal Mexicano.
Afiliación: Experto en Criminología y Psicología Criminal
Fecha: 16 de abril de 2025.
1. Introducción: Cuando el crimen se vuelve escritura
¿Alguna vez pensaste que un asesinato podía ser leído como se lee una novela?
No todos los crímenes se cometen en silencio. Algunos… se redactan con sangre como tinta, con cuerpos como signos, y con una puesta en escena que grita: “Esto es mío. Y quiero que lo leas.”
Hay asesinos que no sólo matan… escriben. Firman. Dejan huellas que no son sólo forenses, sino simbólicas. Codifican su identidad en la escena del crimen como si fuera una obra de arte maldita. El crimen, entonces, ya no es solo un acto de violencia: es un manifiesto.
Y es ahí, justo ahí, donde comienza este artículo.
2. Contexto teórico: Entre la criminología y la semiótica
En el cruce entre criminología y semiótica —la ciencia de los signos— encontramos un fenómeno fascinante: el asesino como autor. No en el sentido jurídico, sino literario. Un “autor” que crea una narrativa con cada crimen. Que deja marcas. Que construye un estilo. Que escribe, literalmente, con su forma de matar.
Jack el Destripador no dejó huellas dactilares, pero sí cartas firmadas con arrogancia literaria.
BTK se describía a sí mismo como si fuera un personaje de novela.
Zodíaco enviaba códigos, acertijos, símbolos… buscando un lector más que un captor.
Estas expresiones, lejos de ser solo extravagancias, cumplen una función crucial en la mente del asesino: construyen identidad.
3. Perfilación criminal del autor homicida
Desde la psicología criminal, sabemos que la necesidad de “firmar” un crimen revela un perfil narcisista, con rasgos de psicopatía organizada y una estructura de pensamiento egocéntrico. Pero más allá del diagnóstico, hay algo que exige atención: estos sujetos construyen una narrativa personal en torno al crimen.
Rasgos comunes:
- Deseo de notoriedad
- Necesidad de control narrativo
- Estilo ritualista o simbólico
- Uso de medios de comunicación
- Conducta metalingüística (habla sobre su propio crimen como si fuera lector y autor a la vez)
No estamos ante simples homicidas. Estamos ante sujetos que actúan como si escribieran un manifiesto sangriento para el mundo.
4. El crimen como performance
Desde la antropología del ritual, la escena del crimen puede ser vista como un espacio escénico. En ella se construye un guion, una coreografía macabra:
- El cuerpo no está ahí “por accidente”, sino colocado.
- Los objetos tienen un valor simbólico.
- Hay elementos que no sirven al crimen… pero sí al mensaje.
Ejemplo: BTK colocaba a las víctimas en posiciones específicas. El asesino del Zodíaco diseñaba símbolos que desafiaban al lector. Richard Chase bebía sangre con rituales cuidadosamente improvisados. El crimen, en estos casos, es un acto escénico, no solo delictivo.
5. Psicología del lenguaje criminal
La psicolingüística forense estudia cómo el lenguaje revela la personalidad del autor. Pero en estos casos, el lenguaje es parte del crimen mismo. La forma de escribir, las palabras usadas, los errores ortográficos simulados, el uso de símbolos… todo forma parte de una autoría extendida.
Cada carta del Zodíaco, cada mensaje de BTK, cada burla firmada por Jack… no es solo comunicación: es una prolongación del crimen.
Se convierten en autoficción criminal, donde el asesino escribe su historia… y obliga al lector (policía, prensa, sociedad) a interpretarla.
6. Criminalística simbólica: la firma como evidencia
Desde el punto de vista criminalístico, la “firma” es aquello que se repite más allá del modus operandi. Es el elemento que no es necesario para el crimen, pero sí para el asesino. Es aquello que lo delata no ante la ley, sino ante sí mismo.
- Una rosa colocada en cada cuerpo (caso real en Francia).
- Una nota en el pecho de la víctima con una cita literaria.
- Un dibujo en la pared hecho con sangre.
La firma es una confesión no verbal. Una compulsión artística. Un “yo estuve aquí” disfrazado de estilo.
7. ¿Criminal o artista?: Un dilema ético
¿Estamos romantizando al asesino? No. Estamos analizándolo como lo que es: un sujeto que usa el crimen como medio de expresión.
La psiquiatría forense no puede ignorar esta dimensión expresiva. El asesino que se autodefine como autor revela una estructura psíquica compleja: mezcla de narcisismo, sadismo, búsqueda de reconocimiento y necesidad de control.
Y esto plantea una pregunta escalofriante:
¿El asesino que escribe está hablando con nosotros… o está escribiendo para que lo perpetuemos?
8. Casos emblemáticos
Jack el Destripador
Usó cartas firmadas como parte del juego mediático. Su firma: arrogancia, superioridad, burla.
BTK (Bind, Torture, Kill)
Usó un seudónimo, narró sus propios crímenes, dejó documentos con códigos. Su crimen era parte de una auto-novela macabra.
Zodíaco
Transformó el asesinato en una especie de reto de lógica, con símbolos y cartas. Su motivación era tanto comunicativa como dominadora: no quería solo matar, quería que se hablara de él.
9. Impacto mediático y perpetuación del “autor criminal”
Los medios, a veces sin querer, se convierten en editoriales del crimen. Publican las cartas. Difunden los nombres. Analizan los mensajes. Alimentan la narrativa del asesino… y con ello, su egolatría.
El asesino como autor no busca esconderse. Busca ser leído. Ser citado. Ser inmortalizado.
Y aquí surge el dilema ético que las ciencias forenses y los medios aún no resuelven: ¿cómo perseguir el crimen… sin difundir al autor?
10. Cierre: ¿Estamos leyendo al asesino… o escribiendo su leyenda?
En el fondo, todo crimen tiene una historia. Pero algunos criminales no solo quieren contarla: quieren escribirla ellos mismos. Y nosotros, como sociedad, como analistas, como medios… muchas veces nos convertimos en lectores obedientes.
¿Dónde termina el crimen y comienza la literatura?
¿Dónde termina el asesino… y empieza el autor?
11. Notas bibliográficas
- Douglas, J., & Olshaker, M. (1995). Mindhunter: Inside the FBI’s Elite Serial Crime Unit. Scribner.
- Ressler, R. K., Burgess, A. W., & Douglas, J. E. (1988). Sexual Homicide: Patterns and Motives. Lexington Books.
- Keppel, R. D., & Birnes, W. J. (2003). The Riverman: Ted Bundy and I Hunt for the Green River Killer. Pocket Books.
- Eco, U. (1979). Lector in fabula. Bompiani.
- Turvey, B. (2011). Criminal Profiling: An Introduction to Behavioral Evidence Analysis. Academic Press.
- Saussure, F. (1916). Curso de lingüística general. Payot.
- Greimas, A. J. (1966). Semántica estructural. Seuil.
- Hare, R. D. (1993). Without Conscience: The Disturbing World of the Psychopaths Among Us. Guilford Press.
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