La Criminología Contemporánea: ¿Una Ciencia al Servicio del Poder o del Pueblo?
Por Francisco Javier Rivero Sánchez
Experto en Investigación Criminal Mexicano | Abogado | Criminólogo | Creador del podcast “Un Asesino Entre Nosotros”
Fecha: 23 de abril de 2025
1. Introducción: cuando la ciencia deja de ser neutra
¿Y si la criminología no fuera tan inocente como aparenta?
¿Y si, detrás del lenguaje técnico y las teorías empolvadas, se escondiera un instrumento funcional para mantener el orden… pero no el orden justo, sino el orden conveniente?
La criminología nació como ciencia para explicar el crimen, pero en su andar —como toda herramienta poderosa— ha sido moldeada, usada, desvirtuada. La pregunta no es si explica el delito, sino a quién sirve esa explicación y qué consecuencias tiene para quienes están al otro lado del aparato penal.
2. Criminología positivista: ¿explicar al delincuente o justificar el castigo?
La criminología clásica —de corte positivista— se obsesionó con el “criminal”. No con el crimen, ni con el sistema que lo nombra, ni con el contexto que lo produce. Solo con él.
Cesare Lombroso marcó el rumbo: “el delincuente nace, no se hace”. A partir de ahí, la desviación fue patologizada, racializada, biologizada. Se buscó al criminal en los rostros, en los cráneos, en los genes, en las conductas desviadas de los pobres, de los locos, de los otros.
Se creó un monstruo científico: una criminología útil para justificar encierros, exclusiones y exterminios selectivos. El delito ya no era un fenómeno social: era un defecto personal.
3. La Criminología Crítica: el contraataque epistemológico
Con el siglo XX llegó una respuesta. Foucault, Becker, Quinney, Christie, y más tarde Wacquant, rompieron la narrativa.
No todo delito es violencia, ni toda violencia es delito. Lo que se nombra como crimen depende de quién tenga el poder de nombrarlo.
La criminología crítica propone algo radical: dejar de mirar al “criminal” como sujeto aislado y observar el sistema que produce su criminalidad. ¿Por qué ciertos actos son castigados y otros no? ¿Quién define el castigo? ¿Quién lo aplica y sobre quién recae?
4. Neurocriminología y psiquiatría forense: ¿evidencia o excusa?
En los últimos años, la neurociencia ha entrado al tribunal. La resonancia magnética se ha vuelto una nueva prueba reina. Se buscan lesiones en la corteza prefrontal, mutaciones del gen MAOA, trastornos de personalidad.
¿Pero esto explica el crimen… o lo redefine?
¿Estamos al borde de una criminología eugenésica del siglo XXI?
El riesgo es claro: patologizar al sujeto para exculpar al sistema. Si el problema es su cerebro, no cuestionemos la pobreza, la violencia estructural, ni la impunidad de las élites.
5. Criminalística y control: ¿neutralidad técnica o complicidad funcional?
La criminalística, hermana forense de la criminología, se presume objetiva. Huellas, ADN, trayectorias balísticas. Ciencia dura. Pero…
¿Quién elige qué se investiga y qué se ignora? ¿Quién decide qué evidencia vale y cuál se archiva?
La cadena de custodia también es una cadena de control. Los laboratorios pueden mentir. Las pruebas pueden construirse. La neutralidad forense, si no se audita, puede ser una trampa científica más al servicio del poder.
6. El castigo como espectáculo: sociología del encierro y antropología del castigo
Prisiones sobrepobladas. Cárceles como bodegas humanas. Y detrás de todo… una narrativa cultural que justifica.
El delincuente merece sufrir. El castigo purga. El encierro salva.
Pero eso es una construcción social. Michel Foucault lo advirtió: el castigo moderno no busca rehabilitar, sino disciplinar al cuerpo y al alma. El preso no es un sujeto a corregir, es un objeto que sirve para infundir miedo y mostrar poder.
La criminología que no cuestiona eso, es cómplice de la jaula.
7. Criminología y justicia penal: ¿transformación o legitimación del status quo?
Datos duros:
- Más del 95% de las personas presas en América Latina provienen de los estratos sociales más bajos.
- Las sentencias más severas no reducen la reincidencia.
- Los feminicidios, violaciones y desapariciones masivas siguen sin resolverse… pero se inauguran más cárceles.
Entonces, ¿la criminología transforma o legitima? ¿Desnuda el sistema o le pone bata blanca?
8. Conclusión: La urgencia de una criminología ética, rebelde y humana
La criminología del futuro no puede ser la de Lombroso, ni la del control digital, ni la del laboratorio que silencia el grito social.
Debe ser una ciencia al servicio de la dignidad humana, que mire al crimen con complejidad, sin prejuicio, y al sistema penal con lupa crítica.
Francisco Javier Rivero Sánchez propone una criminología nueva: narrada, interdisciplinaria, incómoda, pero verdadera.
Una que no tema señalar al poder, aunque el poder se disfrace de ciencia.
Notas Bibliográficas:
- Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar. Siglo XXI.
- Becker, H. (1963). Outsiders: Studies in the Sociology of Deviance. Free Press.
- Christie, N. (1986). Limits to Pain. Oslo University Press.
- Wacquant, L. (2009). Punishing the Poor: The Neoliberal Government of Social Insecurity. Duke University Press.
- Garland, D. (2001). The Culture of Control: Crime and Social Order in Contemporary Society. University of Chicago Press.
- Fallon, J. (2013). The Psychopath Inside: A Neuroscientist’s Personal Journey into the Dark Side of the Brain. Current.
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